López participa en la nominación de la Sala A del Auditorio El Batel como de ‘Isidoro Máiquez’, “insigne cartagenero que contribuyó al esplendor de la Ilustración”

Esta iniciativa fue aprobada por unanimidad en el Pleno municipal del pasado mes de febrero

El alcalde, José López (MC), ha asistido esta mañana a la nominación de la Sala A del Auditorio y Palacio de Congresos El Batel como Sala de Isidoro Máiquez, en honor al actor y dramaturgo cartagenero. Ha acompañado a López, el concejal del área de Cultura y Patrimonio, Ricardo Segado (MC), y el edil del área de Calidad de Vida, Francisco Calderón (MC).

Durante el acto se ha descubierto una placa con la silueta de Máiquez, reproducción de la estatua con la que cuenta el actor en la Plaza San Francisco.

Se cumple así el acuerdo plenario del pasado 23 de febrero, aprobado por unanimidad, en un acto que se enmarca en el conjunto de actividades del Año de la Ilustración, impulsado por el Gobierno local durante el presente 2017.

En este sentido, López ha recordado que con esta iniciativa “honramos a uno de nuestros más insignes paisanos, que vivió aquella época contribuyendo a su esplendor”.

Asimismo, el primer edil ha recordado que Cartagena rinde homenaje cada año a uno de sus hijos ilustres por medio de múltiples iniciativas culturales y, de forma permanente, a través de la estatua situada en la plaza San Francisco, en el centro de la ciudad.

Ilustrado y renovador del género teatral

Isidoro Máiquez (Cartagena, 1768 – Granada, 1820), actor y dramaturgo, fue un hombre ilustrado, renovador del género teatral, y comprometido con la causa liberal, circunstancia que le llevó a la cárcel durante el reinado de Fernando VII.

José López ha repasado los hitos más importantes en la vida de Máiquez, destacando su debut en Madrid en 1791 con la compañía del actor Martínez, en el teatro del Príncipe. Fue protegido tempranamente por los duques de Osuna, recibiendo de ellos y de Godoy, las ayudas necesarias para formarse en París, donde estudió con François Joseph Talma.

Introdujo en la escena española las novedades del teatro francés y, sobre todo, la interpretación naturalista de su maestro, cuidando mucho el vestuario y los decorados. Su éxito en Madrid fue inmediato tras su interpretación, en 1802, de Otelo de Shakespeare, convirtiéndose en el gran actor de la escena española. Su actividad de escritor, de director de teatro, con un concepto noble de su profesión, y de maestro de jóvenes actores, fue decisiva en el desarrollo y modernidad de la interpretación teatral española, promoviendo la creación de una Escuela Nacional de Declamación.

Promotor de importantes reformas en la vida teatral

Como dramaturgo, es autor de un Reglamento, en 1818, en el que se planteaban algunas reformas importantes en la vida teatral madrileña. Curiosas medidas, algunas de ellas, que dan la medida de lo que era el teatro entonces y el importante giro que él propició.

Algunas de las iniciativas más importantes que propuso fueron las siguientes:

  • Creación de una Junta para administrar los fondos, compuesta por los dos autores (empresario y dramaturgo) y dos cómicos de cada teatro.
  • Fusión de los intereses de las dos tradicionales ‘compañías de verso’, con una de ‘cantado’ y otra de ‘baile’.
  • Conservación del cargo de ‘autor’, que en el esquema de la época, era el equivalente a empresario teatral.
  • Elevar la figura del director, de manera que su opinión prevaleciera en la organización del orden de trabajo y los ensayos, pudiendo requerir en caso de conflicto la mediación del corregidor.
  • Anunciar en los carteles el nombre de los artistas.
  • Supresión de los vendedores ambulantes en los teatros.
  • Implantación de las funciones nocturnas.
  • Supresión de la figura del gracioso (que anunciaba las funciones sucesivas).
  • La libertad de las compañías quedaba bajo la autoridad del corregidor de la Villa.

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